Max dio una patada en el suelo.Max Woolrich jamás perdía la serenidad.Judith lo sabía bien, y, sin embargo, desde hacía 6 horas era un manojo de nervios, transformado en una degradación y una indignación indescriptibles—Puedes abonar la fianza, Max —dijo la chavala quedamente—. No sé si voy a poder aguantar esto. Además de esto, si no deseas, si tanto te veja, no me defiendas.Max la miró quietamente.Había en el fondo de sus ojos negros una furia irresistible.—Te defenderé —gritó—. Te defenderé. Sin amor, mas te defenderé. Y una vez haya logrado tu libertad absoluta, te vas a ir lejos de acá, ¿me comprendes?
Te defiendo sin amor | Corín Tellado